Xochimilco tiene más que canales y trajineras

El Cerro de Cuahilama encierra el pasado arqueológico del barrio. Entre los ancianos del popular barrio de Xochimilco, la tradición oral les encomendó transmitir la historia de un pueblo que levantó aquí uno de los centros ceremoniales más importantes de Mesoamérica. Por Jorge Lara Tovar.

Canales y trajineras le han valido a Xochimilco el ser considerada como la Venecia Mexicana. Un barrio que recibe la visita de los habitantes de otras zonas de la capital, de otros estados y de otros países con el abanico de colores de sus flores, con la riqueza de sus tradiciones, con los olores de su riqueza gastronómica y con uno de los mercados donde se pueden conseguir los vegetales y frutos típicos de México.

“Pero en Xochimilco no es lo único que tenemos, durante años uno de nuestros más preciados tesoros había quedado oculto bajo tierra y gracias a que los arqueólogos hicieron caso de la tradición oral resguardada por nuestros ancianos se han descubierto los vestigios que confirman que aquí estaba uno de los centros ceremoniales más importantes de las culturas mesoamericanas”, nos comenta Jesús Librado Montes, vecino del lugar y comerciante de hortalizas en el mercado del lugar.

Se trata del Cerro Cuahilama, un espacio de 3 kilómetros cuadrados en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, donde se han descubierto un adoratorio, un observatorio, una calzada prehispánica y algunas áreas habitacionales donde cada 52 años todos los pueblos de Mesoamérica acudían a realizar la ceremonia del Fuego Nuevo.

La zona ya puede ser visitada aunque en grupos y recorridos restringidos. El arqueólogo Juan Carlos Campos Varela comenta que el Proyecto de Salvamento Arqueológico Cuahilama-Piedra Larga tiene que avanzar poco a poco debido a que se encuentra inmerso entre las calles y casas del pueblo. En el corto plazo se excavarán algunas de las áreas habitacionales detectadas y se restaurarán  0 de los 16 monumentos prehispánicos labrados en las laderas del Cerro que muestran las huellas de la intemperie y del vandalismo.

“A mediano plazo, el propósito es poner en valor la totalidad del Cerro Cuahilama por medio de una protección física que permita una visita más frecuente y respetuosa del entorno. El tercero es lograr que este proceso de investigación aporte nuevos datos y una nueva interpretación sobre la importancia cultural, arqueológica e histórica que tiene Xochimilco y, en general, el sur de la Cuenca de México”, comentó el arqueólogo.

La ceremonia del Fuego Nuevo se realizaba cada 52 años, durante la constelación de las Pléyades –a la que los mexicas llamaban Tianquiztli–, un ritual metafórico de cierre e inicio del ciclo de la vida, un momento en el que podría terminar la vida y acabarse el mundo. Para atestiguar que esto no ocurriera y la vida siguiera otros 52 años, se encendía el Fuego Nuevo. Hasta ahora se había pensado que el ritual sólo se realizaba  en el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, al sureste de la ciudad de México.

Sólo la tradición oral de los xochimilcas probaba que aquí también se había realizado la importante ceremonia, hoy se tiene una gran cantidad de vestigios. Campos Varela explicó que el Cerro Cuahilama, nombre náhuatl que en español significa “bosque de la anciana”, es la “punta del iceberg de un área con potencial arqueológico mayor, que va desde los pueblos de Santa Cruz Acalpixca y San Gregorio Atlapulco hasta San Bartolomé Xicomulco, en los límites con la delegación Milpa Alta.

El conocimiento del terreno se basa ha realizado mediante grandes recorridos de superficie así como levantamientos topográficos apoyados en fotografías aéreas captadas con un dron que sobrevoló la zona que ahora se constituye en otro centro de atracción turística.

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