Es el primer parque público de México desde hace Cinco siglos. Estar en la Ciudad de México y no conocerla es perderse no sólo un fresco respiro de oxígeno sino la posibilidad de recorrer un museo de arte e historia. Textos e imágenes de Bibiana Reyes.

NEPTUNO
En los años 60’s del siglo XIX, durante la época del II Imperio, la Alameda fue un paseo reservado para la aristocracia, donde la emperatriz Carlota Amalia disfrutaba plantando rosas y donde mando colocar las fuentes que reproducen las figuras mitológicas asociadas a las aguas como este Neptuno.

LAS DANAIDES
Durante los tres años que Maximiliano gobernó México se buscó darle a todo el país un aspecto como el de las capitales europeas. Los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes tuvieron la oportunidad de que sus esculturas llegaran a colocarse en las principales plazas siempre reproduciendo motivos mitológicos.

JUÁREZ
Al recuperar la presidencia de México, en 1867, Juárez ordenó que se abriera nuevamente el paseo de la Alameda para todos los habitantes de México. Colocar su hemiciclo aquí en 1910 tuvo el doble cometido de recordar el centenario de la Independencia y su reconciliar al Benemérito con su pueblo.

LA ALAMEDA
Los poetas también le cantan y buscan plasmarla con sus versos: “El sol entre los follajes / y el viento por todas partes / llama vegetal te esculpen, / si verde bajo los oros / entre verdores dorada. / Construida de reflejos: / luz labrada por las sombras, / sombra deshecha en la luz” Octavio Paz

REMODELADA
La remodelación conservó sus características naturales, plasmadas por el paisajista José María Velasco, el estilo artístico que tuvo durante las celebraciones del centenario de la Independencia y su carácter popular que pintó Diego Rivera en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda”.