Es el primer parque público de México desde hace Cinco siglos. Estar en la Ciudad de México y no conocerla es perderse no sólo un fresco respiro de oxígeno sino la posibilidad de recorrer un museo de arte e historia. Textos e imágenes de Bibiana Reyes

En el siglo XVI, el virrey de la Nueva España Luís de Velasco ordenó crear este espacio para darle belleza a la ciudad y recreo a sus habitantes. Remodelada en 2012 sigue siendo el pulmón del centro histórico de la ciudad de México con sus diez hectáreas, sus 4 mil 500 árboles y sus once fuentes.

Si inicia el recorrido por el lado de Bellas Artes, cerca de la calle de Francisco I. Madero, encontrará el monumento con la imagen del iniciador de la Revolución cabalgando. La escultura fue realizada por Javier Marín y en su base está la capsula del tiempo depositada el 15 de septiembre de 2010.

En 1887, el escultor Jesús F. Contreras colocó esta escultura llamada “Malgrét Tout”, desafiando los convencionalismos decimonónicos de la sociedad porfirista. Contreras fue un “niño genio” que ingreso a la escuela de Bellas Artes a los 14 años y esta pieza surgió de sus manos cuando cumplió 21.

En los años 60’s del siglo XIX, durante la época del II Imperio, la Alameda fue un paseo reservado para la aristocracia, donde la emperatriz Carlota Amalia disfrutaba plantando rosas y donde mando colocar las fuentes que reproducen las figuras mitológicas asociadas a las aguas como este Neptuno.

Si el calor durante su paseo es tan intenso, no dude en pasar junto a esta fuente donde los chorros de agua crecen al accionar el sensor que detecta la presencia de un transeúnte distraído o juguetón. Desde su pedestal, la efigie que reproduce la musa de la primavera esbozará una discreta sonrisa.