¿Qué demonios es eso de “Lenguaje incluyente”?

Psicólogos y lingüistas señalan que una de las características más lamentables de nuestra lengua es el machismo. Por Bibiana Reyes y Jorge Lara Tovar.

Cada cabeza es un mundo, dice el refrán. Y cada boca expresa lo que esa cabeza piensa. Entonces, aunque el lenguaje nos une, la forma de utilizarlo nos hace totalmente diferentes. Tanta diversidad es entonces una barrera que debemos intentar zanjar cada vez que tenemos que comunicarnos con los demás Es lo primero que debemos tomar en cuenta para saber ¡qué demonios es esto del lenguaje incluyente? Y que es tema de investigación de Abril Torres Sánchez, maestra en Lingüística Aplicada por la UNAM.

Abril participó en el coloquio ¿De qué hablamos cuando decimos lenguaje incluyente?, organizado por la Comisión Interna para la Igualdad de Género del Instituto de Ciencias Nucleares, el que destacó que “Incluso, con la incorporación de la letra e, los grupos feministas ponen objeciones, pues consideran que no es incluyente y, por el contrario, las invisibiliza.

Abril es una de las pocas especialistas en el uso del lenguaje con perspectiva de género que trabaja intensamente en nuestro país para comprender cómo el uso del lenguaje deriva en acciones concretas que impactan en la sociedad. Aunque el trabajo no es sencillo y “quizá no se llegue a la solución última en este tema, puesto que las características que nos atraviesan todo el tiempo están condicionadas por particularidades innatas y culturales”.

Sin embargo, al colocar el uso del lenguaje en el centro de atención para alcanzar la igualdad de género, se logró visibilizar la exclusión como un problema reproducido en varias esferas de la sociedad. “El lenguaje no está exento de una visión androcéntrica que jerarquiza y diferencia a los géneros, y da preponderancia a lo masculino como la medida del mundo”.

¿Cómo poner fin a esta discriminación padecida principalmente por las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad?  Para la Lingüista, el uso de un lenguaje incluyente es un camino que va de la mano con otros procesos, como las acciones que se promueven al viajar por Metro de la Ciudad de México, destinando vagones exclusivos para las mujeres. El uso del lenguaje inclusivo, entonces, no es una solución única y absoluta, su adopción no es obligatoria, puesto que no puede imponerse, además de que no funcionaría forzarla.

Por ello es necesario tener en cuenta a nuestros interlocutores, tener mayor conciencia de con quién y para qué estoy hablando. “De esta manera construiremos espacios más seguros en las zonas que habitamos, en el barrio, en la colonia, en el trabajo, en la intimidad. Pero, cuidado, en muchas circunstancias estas herramientas no serán suficientes”.

De acuerdo con la mayoría de las investigaciones serias sobre lenguaje incluyente, lo que debemos propiciar como integrantes de una comunidad abierta y propositiva es construir las estrategias discursivas y lingüísticas que permitan visibilizar a un segmento de la población que ha sido sistemáticamente vulnerado. “El lenguaje no sexista propone que la desigualdad y la jerarquización de unos grupos sobre otros es interseccional. Es decir, estrategias que buscan visibilizar sectores de la sociedad que de manera regular e histórica han sido vulnerados”.

Cabe destacar que la Real Academia Española (RAE) –y en general las instituciones de ese tipo–  reducen al lenguaje incluyente a una visión simplista, de poco entendimiento de lo que es el sistema de género, desigualdad, discriminación y la acción política. La RAE, de hecho, está en contra de la incorporación del lenguaje incluyente; en Francia también hay un movimiento fuerte contra ello, incluso la Academia Mexicana muestra reservas sobre el tema. “Las instituciones están atravesadas por sesgos e ideologías, no son inmunes a esa visión androcentrista”.

A pesar de todos los obstáculos, el lenguaje incluyente está circulando en instituciones, en colectivas feministas, intersexuales, no binarias, en la comunidad LGBTT, así como entre las personas con discapacidad que también están reformulando las formas en que se nombran.”Independientemente de que las academias se puedan posicionar a favor o en contra del lenguaje incluyente, son fenómenos lingüísticos que ya están en uso”, señala convencida Abril Torres Sánchez.

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