Los migrantes se van “Con la música a otra parte”

Sus canciones se escuchan por la Sierra Gorda de Querétaro. “Con la música a otra parte, migración e identidad en la lírica queretana” es una investigación de Agustín Escobar que recorre las veredas de la Sierra Gorda entre sones, corridos y música grupera. Aproximación de Lili Lejeune.

Dice un viejo dicho que “los viajes ilustran” y recorrer la Sierra Gorda de Querétaro es un doble viaje por un solo boleto. Al mismo tiempo que se conocen los lugares y su gente, se prueban sus bebidas y alimentos, a través de sus canciones se entera uno de lo que vivieron quienes han tenido que aventurarse a cruzar el desierto o atravesar el río Bravo para ganarse el sustento.

Los aparatos de sonido que acompañan a nuestros paisanos de regreso de su aventura reproducen grabaciones que ellos mismo hicieron en el otro lado. No están programadas en la radio local pero junto con los géneros tradicionales como el corrido y los sones arribeño y huasteco, la música country y la onda grupera acompañan la letra que nos cuenta la aventura.

“El Charro country”, “El sufrir del ilegal”, “La Troca pollera”, “Racistas americanos” y “Saludando al río grande” son algunos de los temas que recogen sus vivencias. “Allá en el Valle todititos me conocen/ allá en McAllen voy a gozar del amor/ en San Benito también tengo una güerita/ es la que hace que me duela el corazón.// En Corpus Christi, Laredo y San Antonio/ donde se goza de la gloria y la ilusión/ en San Benito también tengo una pochita/ y en Santa Rosa me encontré una nueva flor”.

“Mucha gente piensa que en la Sierra sólo se escuchan huapangos y sones pero la migración también ha impactado a los músicos tradicionales”, afirma Agustín Escobar Ledezma, quien recientemente publicó su investigación “Con la música a otra parte, migración e identidad en la lírica queretana”. Nos cuenta que desde hace algunos años se empezaron a escuchar composiciones que hablaban de la migración, algunas veces con música de son o corrido y otras por los géneros musicales escuchados del otro lado de la frontera.

Al visitar los municipios serranos como San Joaquín, Peñamiller, Pinal de Amoles, Landa o Arroyo Seco, la música de los migrantes compite con la programación de la radio que sigue privilegiando el rock, el pop y otros géneros de música comercial y nos sale al encuentro la historia de un joven serrano que regresa a casarse y debe vestir como un “Charro country”, para ser aceptado entre las muchachas, migrar al otro lado y no regresar con jeans, tejana, botas, manejar una troca y, si es posible, portar pistola, no es de mucha aceptación.

Pero el fenómeno de la identidad a través de la música es complejo, afirma el investigador, porque  justo cuando están lejos y menos posibilidades tienen de escuchar la música de su tierra, es cuando la valoran y no es raro que al escuchar un huapango se sientan avasallados por el llanto y surja esa identidad que aparentemente no existía.

Muestra de ellos son los hermanos Gudiño, oriundos de Agua Fría, una pequeña aldea cercana al ex convento de la misión de Bucareli. Con la música de “El tepetzintleco”, se remontan de manera poética a sus orígenes, a la tierra que los vio nacer, al lugar que los marcó culturalmente de manera indeleble: “En Agua Fría de Gudiño/ lugar a donde nací/ lugar a donde nací/ en Agua Fría de Gudiño.// Allí vivo desde niño/ donde el huapango aprendí/ y allí en un rancho vecino/ nació una flor para mí.”

En la Sierra Gorda, dos viajes por el precio de uno.