La visión del cosmos en un jardín japonés en el DF

La Pagoda del Parque Masayoshi Ohiro ideal para la meditación

A un costado de los Estudios Churubusco se encuentra el Parque Masayoshi Ohiro, un acercamiento a la concepción del cosmos desarrollada en la cultura japonesa, ideal para practicar la meditación. Por Jorge Lara.

(Este texto va dedicado con todo mi cariño para José Pedro García)

El Sakutei-Ki es un texto japonés escrito en el siglo XII de nuestra era. En él se describe el cosmos como un gran vació interrumpido en algunas zonas por una especie de islas. Para recorrerlo, los seres humanos construyen puentes y se iluminan con las estrellas, su luz los llevará a su destino y les permitirá afrontar el “equilibrio inestable” que aquí impera. Para no olvidarlo, los habitantes de las islas japonesas crearon su representación en la Tierra: los jardines.

Una buena noticia para quienes visitan la ciudad de México es que no tienen necesidad de trasladarse a Japón para sumergirse en la atmósfera de serenidad propiciada por sus jardines, que ayuda a ejercitar la mente para lograr el equilibrio entre el cielo, los seres humanos y la tierra, bases de todo el misticismo oriental alimentado por el budismo zen. Sólo basta con llegar hasta la colonia Country Club y a un costado de los Estudios Churubusco encontrará el parque de la Pagoda o Masayoshi Ohiro.

Rocas, un lago artificial, piedras, puentes, una pagoda, orquídeas, algunas flores de loto y árboles centenarios forman dos parques en el concepto oriental: el del paseo, que evoluciona de las piedras a la pagoda para convertirse en un jardín en movimiento, con diversidad de paisajes según se ubique el visitante; y el jardín religioso, que parte de lo que parece una disposición arbitraria para descubrir que todo el jardín está regido por relaciones matemáticas que transmiten al inconsciente el sentido de la armonía y el reposo que sólo existen en la imaginación y en el budismo zen.

Los jardines japoneses casi siempre incluyen los siguientes rasgos en sus estilos:

– Siempre el jardín es asimétrico, en ocasiones este concepto es sustituido por el equilibrio del del diseño, en todos los elementos que componen el conjunto.

– La simplicidad en las formas, con elegancia y gran profundidad espiritual.

– La belleza del vacío. Su diseño considera necesarios y complementarios los espacios vacíos: agua, tierra, pradera, gravilla… La contemplación de este punto es fundamental para la armonía del diseño en su conjunto.

– La austeridad majestuosa, la belleza de lo simple, de lo austero. La grandeza que transmite una verdadera obra de arte, donde con poco se puede expresar mucho.

– La refinada profundidad de lo sutil. Las acículas de pino en el suelo, o las hojas caídas del arce, la pequeña planta de acento, el musgo cuidado con mimo; todo ello se refiere a las pequeñas cosas que son a veces mucho más importantes que otras mayores.

La pagoda original fue quemada en el año de 1979. Afortunadamente, un año después, viajo a México Masayoshi Ohiro, entonces primer ministro japonés y el parque se reconstruyó. Es un hai ku en medio de la gramática urbana.