Helena Poniatowska

Por Natalia Lara

Recuerda que hace algunos años los mayores decían que los niños venían de Paris, colgados del pico de una cigüeña. Pues ella si vino de la Ciudad Luz, su familia se adelantó a los horrores de la 2ª Guerra Mundial y en 1942 puso océano de por medio. Nació el 19 de mayo de 1932, en la ciudad Luz.

Aún cuando pasó algunos años en los Estados Unidos, Elena Poniatowska es reconocida y se reconoce a sí misma como una mujer mexicana “hasta las cachas”. Desde muy jovencita empezó a publicar sus trabajos en periódicos y revistas. En una profesión que todavía no admitía fácilmente la presencia femenina no tuvo más remedio que iniciar en las páginas de sociales y de cultura donde desarrolló un gusto especial por la entrevista.

Poco a poco, Poniatowska, junto con varias mujeres mexicanas lucharon para ganarse un buen lugar en el periodismo, y en el caso de Elena su lucha fue muy fructífera. Trabajó como periodista en el diario Excélsior y ha colaborado, entre otras, en la Revista Mexicana de Literatura, Estaciones, Absides, Artes de México, Revista de la Universidad de México, La Palabra y el Hombre, Uno más uno y La Jornada. Su estilo singular le permitió presentar a las mujeres más allá de la cara bonita y cómo protagonistas importantes de la historia.

Basta recordar algunos de los personajes de sus libros: Jesusa Palancares, protagonista de “Hasta no verte Jesús mío”, una mujer que como tantas y tantas mexicanas vivió apasionadamente los acontecimientos de la Revolución Mexicana; Tina Modotti, fotografa excepcional y protagonista de acontecimientos que trascendieron las fronteras de nuestro país; Engelina “Quiela” Belfo, la hermosa y apasionada rusa que siguió a Diego Rivera por más de medio mundo.

Y es que Poniatowska es una escritora de aquello sobre lo que nadie escribe, da voz a los postergados, a las mujeres humildes, como en el cuento Las lavanderas o desarrolla todo un concierto de voces capaces de reconstruir acontecimientos como “La noche de Tlateloco”, del 68 mexicano.

Su éxito como escritora le ha dado a Elena Poniatowska la oportunidad de practicar la docencia dentro y fuera de México. Ha sido profesora invitada en la Universidad de California, Davis (otoño de 1987), y en otros cinco colegios de Massachusetts (otoño de 1991). También participo como regente lector en el sistema de la Universidad de California. Con frecuencia en México imparte conferencias en Estados Unidos, Europa y a lo largo de Latinoamérica. También se ha dado tiempo para participar en la fundación de la Editorial Siglo XXI, de la Cineteca Nacional y del Taller Literario.

Aun cuando ha luchado por la causa de las mujeres no es una feminista a ultranza. Pero se adivina su deseo por descubrir el otro lado de la moneda del viejo refran “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. En la presentación de su libro “Paseo de la Reforma” expresó: «Me siento muy cercana de los hombres que no pueden vivir sin una mujer. El enamoramiento suele ser así -añade-, inicia cuando un hombre no oculta ni puede esconder la admiración y el gusto que siente por ver a una mujer, cuando intenta apresar los movimientos y palabras de ella, cuando está frente a la mujer que le atrae y ella sabe y se da cuenta de las pasiones que provoca».

Amaya Cancel, personaje principal de “Paseo de la Reforma”, es una muestra de la agudeza de Elenita -como le llaman sus amigos- para descubrir los grandes valores que puede defender una mujer: fuerza de la naturaleza, mujer libre y enigmática, criatura secreta, misteriosa e inabarcable que domina los ánimos, deseos e intenciones de su amante, Ashby Egbert. Amaya forma parte de ese cúmulo de mujeres deslumbrantes cuya belleza, inteligencia y personalidad seduce lo mismo a hombres que a mujeres.

Esta criatura literaria de Poniatowska, es una mujer que posee los rasgos de decisión de Rosario Ibarra de Piedra, quien es capaz, considera la escritora, de enfrentarse y decirles sus verdades a los políticos. Es también un arquetipo que posee los secretos de seducción que la escritora Elena Garro siempre tuvo sobre Juan García Ponce, Carlos Fuentes y la misma Poniatowska.

En un pasaje de la novela, Amaya Chacel enjuicia a México y considera que este país es una nación de mentirosos que carece, al mismo tiempo, de una mística que lo impulse a salir adelante.

Poniatowska coincide con la opinión de su personaje en forma parcial. «Pienso que México sí es un país de mentirosos, pero sobre todo en el Gobierno. La mentira ahí tiene una preeminencia enorme y ya vemos sus consecuencias. Sin embargo, entre los jóvenes no hay mucha mentira porque están acostumbrados a decir la verdad de muchas cosas.

«Alguna vez oí a una madre que regañaba a su hija porque la muchacha llegaba a la casa a las cuatro de la madrugada. Era una muchacha de 18 años y la madre le preguntó muy enojada: ‘¿Pero qué clase de relaciones tienes con ese muchacho?’. ‘Ay mamá’ -respondió ella- ‘pues sexuales».

Si bien los jóvenes están más dispuestos a decir las cosas como son, es lamentable, a juicio de Poniatowska, que no tengan modelos a seguir.

Sin duda alguna, el quehacer periodístico de la  Poniatowska le permitió lograr importantes éxitos en su carrera y también le permitió poner los cimientos de un nuevo mundo de pensamiento y acción para las nuevas generaciones de periodistas.

Ensayista, novelista, escritora de cuentos, periodista entrevistadora y hasta fundadora de asociaciones culturales, en sus 44 años de carrera Elena Poniatowska ha obtenido diversos reconocimientos.

Entre ellos destacan el Premio Mazatlán por “Hasta no verte Jesús mío” (1970), Xavier Villaurrutia (1970) por La noche de Tlatelolco. Premio Nacional de Periodismo (1978), Manuel Buendía por sus méritos como periodista y escritora (1987), Coatlicue otorgado por Debate Feminista y Divas (1990), Mazatlán de literatura por Tinísima, cuyo personaje principal está inspirado en la internacionalmente conocida fotógrafa y activista cultural y política Tina Modotti (1992), Premio Nacional Juchimán, en ciencias y técnicas de la comunicación, de la fundación Juchimán, (1993).

Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán, polaco, checoeslovaco, sueco, noruego y danés y se ha incluido en varias antologías en México y en el extranjero.

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