El rebozo, la manta de mil colores de los náhuatl

De los templos a las pasarelas y boutiques en todo el mundo

En los años recientes esta prenda de origen náhuatl saltó de los templos a las pasarelas y boutiques de moda. Por Jose Álvarez y Jorge Lara Tovar.

Fray Diego Durán, monje dominico, escribió en 1572 en su Historia de las Indias, sobre una prenda llamada “ciua nequeatlapacholoni” que las mujeres náhuatl comenzaron a tejer para tapar su cabeza y poder entrar a las iglesias católicas. Copiaban de esa manera el manto con que las mujeres españolas acudían a misa.

Rebozo es el nombre con el que lo designaron las mujeres mestizas y con el que ha perdurado durante cinco siglos y alrededor del cual, el Museo de Culturas Populares reúne año con año a un grupo de artesanos de nueve estados de la república en La Feria Artesanal “Tápame con tu rebozo”.

El rebozo, como está sucediendo con muchos de los objetos nacidos de las culturas mesoamericanas, abandonó los templos y está compitiendo con el manto y las paschminas de la India en las boutiques y pasarelas de la moda en todo el mundo, haciendo honor al significado del nombre que les dieron las mujeres indígenas mexicanas “ciua nequeatlapacholoni-toca de mujer o centzontilmantli-manta de mil colores”.

Las crónicas de la Nueva España ubican al rebozo ya no sólo como una prenda para acudir a los oficios religiosos católicos sino como parte de la indumentaria de la mujer mexicana de todos los niveles económicos y estratos sociales, es considerado como una prenda típicamente mexicana, cuya presencia se destaca en la música, en las artes plásticas, en la danza y en múltiples actividades de la vida cotidiana. De hecho, es considerando uno de los símbolos más estables de nuestra identidad cultural.

Uno de los objetivos de la Feria es que los asistentes entiendan el por qué esta prenda de metro y medio a tres metros de largo y metro y medio de ancho es objeto de estudio de especialistas en textiles, en antropología social, en sociólogos e historiadores. Por encima de cualquier otra conclusión sobre la forma de definirla está la de “obra de arte” por sus características de comunicabilidad, de función poética y de capacidad para construir un universo semiótico, pero con todas las posibilidades de no conformarse con una existencia estática, sino como un símbolo en permanente movimiento, como diría Humberto Eco a propósito de la simbología y los objetos.

“El rebozo en nuestro país es cuna, es mortaja, nos acompaña toda la vida y tiene todos los méritos para ser exhibido en un museo”, aseguraba mi abuelita. A esta feria acuden tejedoras y tejedores que muestran y explican al público asistente la forma en que trabajan cada pieza, la cantidad de conocimiento que involucra, el tiempo de creación y su simbolismo.

Si bien los rebozos pueden ser vistos o comprados en alguna tienda, en este encuentro los tejedores pueden contar a los asistentes sus técnicas ancestrales y, sobre todo, la manera en que tiñen, la manera en que urden esta belleza realizada que, así nos gustaría que se fuera urdiendo nuestro país con la sabiduría de las manos aquí reunidas que cada año nos sorprenden con la incorporación de nuevas técnicas, nuevos colores y nuevos diseños para esta prenda.

“Tápame con tu rebozo” reúne cada año a artesanos de Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla, San Luís Potosí y Tlaxcala.