Dicen que cargar una pata de conejo da buena suerte y que comer su carne permite tener muchos hijos y vivir muchos años. Por Natalia Lara.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) apoyados por la SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) trabajan con campesinos del municipio mexicano de Tolimán para promover la crianza del conejo o cunicultura.
El proyecto tiene como objetivo brindarle a la población una alternativa de autoconsumo y comercialización tanto en el mercado de la carne como en el de la piel.
Liebres y conejos
Los conejos y las liebres son pequeños mamíferos que no alcanzan más de 60 centímetros de altura y tres kilogramos de peso, viven de 6 a 9 años y se alimentan de coles, zanahorias, hierbas y hojas de árbol. Se les puede encontrar en muchas regiones del mundo y pertenecen al orden «Lagomorpha», de la familia Leporidae. Una de sus especies, la «Sylvilagus», es endémica de América.
La Maestra en Ciencias Griselda Gómez, participante en el proyecto de extensión del conejo, considera que la crianza del animal representa muchas ventajas pues «México es el país del continente americano con mayor variedad de liebres y conejos endémicos de la zona. Tanto de los que viven de manera silvestre como aquellos que se han domesticado».
Los conejos silvestres se caracterizan por tener su pelaje de color gris, viven en madrigueras y se parecen bastante a las liebres pues sus orejas son más largas que las del conejo doméstico cuyo pelambre es bastante variado, desde el blanco hasta el negro.

Una familia numerosa
Actualmente se conocen 9 especies diferentes de conejos mexicanos, ocho de ellas se agrupan en el género llamado Sylvilagus y una corresponde al Romeralagus; las 5 especies de liebres mexicanas se agrupan en el género Lepus.
Las conejas pueden tener hasta 60 crías por año. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación): «Una sola coneja tiene una producción parecida a la que se obtiene con TRES ovejas o cabras, con un cordero o un cabrito al año, cada uno de 10 kilogramos en canal.»
Viejos amigos
Los habitantes del México antiguo conocían bien la especie, la llamaban «Tochtli» y con ese nombre designaron uno de los meses de su calendario solar, lo relacionaban con las cosechas abundantes y con la región de los veranos cálidos y lluviosos. En algunos códices se encuentran representaciones de este animalito con sus dientes afilados y su carácter inquieto.
En la leyenda náhuatl de la creación del sol y la luna se cuenta que por curioso fue arrojado a la superficie de nuestro satélite para disminuir su resplandor. Por eso, en días de luna llena se puede ver el perfil del inquieto y juguetón conejo. Los distintos dioses del pulque eran llamados «los 400 conejos».
Bernal Díaz del Castillo en su «Historia verdadera de la conquista de la Nueva España» consigna que Moctezuma II consumía variados platos cocinados con carne de conejo y los principales señores de la capital mexica portaban escudos y adornos elaborados con su piel.
La crianza del conejo
Tolimán, sede de este proyecto, es uno de los municipios del estado de Querétaro, en el Bajío mexicano, su clima es seco y semiseco, predominando el paisaje poblado de cactáceas. A los pobladores interesados en iniciarse en la cunicultura, la Universidad queretana les proporciona el pie de cría y les asesora en cada una de las etapas de la crianza.
A los participantes se les pide contar con un lugar techado pero bien ventilado de por lo menos 4 metros cuadrados, donde se acomodan las jaulas de metal con una base de cemento recubierta de paja, la cual debe mantenerse limpia. Se les alimenta dos veces al día, mezclando su comida con leche o agua pues los conejos casi no toman líquidos, su organismo se hidrata a través del agua extraída de los alimentos que consumen.
«Los conejos deben tratarse con sumo cuidado -añade la Maestra Gómez-, ya que tanto las orejas como la piel son muy delicados. Un jalón brusco puede desprender la capa interna de la piel y provocar la muerte del conejo, por eso las madres casi no tocan a sus crías».
Una cadena ecológica
En la vida silvestre, los conejos forman parte importante de la cadena alimenticia y ecológica, son el alimento de águilas, halcones, búhos, serpientes y coyotes. Al alimentarse de pastos, hierbas y semillas de un lugar, disemina las especies al momento de defecar en un sitio distinto.
No todas las especies de conejo son adecuadas para el consumo de carne ni tampoco todas pueden ser explotadas por la calidad de su piel. Las especies cuya carne es más cotizada son la Normanda, la Flandes y la Borgoña. Las más adecuadas para la elaboración de artículos de piel son la Chinchilla, la Champaña y todas las de piel blanca. Sólo una de las especies produce pelo y es sumamente cotizada, la de Angora.
Especies en peligro
Mientras que las especies domésticas cada día son más numerosas, existen tres especies silvestres que están en peligro de extinción: la Sylvilagus grayson, habitante de las Islas Marías en el Pacífico mexicano, la Sylvilagus insonus de Omiltelmi en la Sierra de Guerrero y la Sylvilagus bachmani o «conejo matorralero» que vive en la isla de San José, California, cuyo hábitat se deteriora día con día.
La simpatía que despierta este animalito, como lo prueban la existencia de Bugs Bunny, del conejo Blas, del conejo de Alicia y su país maravilloso, de Roger Rabbit, de las mascotas que utilizan diferentes marcas de pilas y los muñecos de peluche que los representan pueden ser un buen augurio para ayudar a conservar estas especies en peligro, pero si hablamos del conejo doméstico habría que recordar el viejo dicho mexicano que describe las bondades de su carne: «No se haga viejo, coma conejo».
Toliman / Gobierno municipal / http://www.toliman.gob.mx/galeria.html
Chinchilla / Sagarpa / http://www.sagarpa.gob.mx/v1/ganaderito/razatepo.htm
Conejos / Sagarpa / http://www.sagarpa.gob.mx/v1/ganaderito/comotepo.htm