Desplazados medioambientales

En 2020 se registraron 28 los cuales colocaron en un dilema de supervivencia a muchas personas, quienes tuvieron que abandonar sus lugares de origen en busca de alimentos, agua y el sustento económico. Por Jorge Lara Tovar

De acuerdo con especialistas de la UNAM, participantes en el conversatorio “Desplazados medioambientales”, en el marco de las actividades de “El Aleph. Festival de Arte y Ciencia” con el tema “Las fronteras del Medio Ambiente”, más de 200 millones de personas se podrían ver obligadas a trasladarse dentro de su país o cruzar fronteras por motivos climáticos antes del 2050; incluso, advierten que durante la próxima década, podrían surgir puntos críticos de migración por causas medioambientales.

Rodrigo Gutiérrez Rivas, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), destacó que detrás de cada migrante medioambiental hay una tragedia. La mayoría son pobres y las modificaciones de su entorno territorial les afectan con mayor crudeza.  Las transformaciones climáticas – tormentas, huracanes, crecidas de ríos o desgajamientos de montañas- son cada día más acentuadas y graves.

Es así que la economía devora a la naturaleza, en una situación provocada por personas, empresas y gobiernos empeñados en implementar acciones extractivas y de explotación de territorios que aún no había identificado el radar del capital, con lo cual  se abona a la destrucción del planeta, ya sea por deforestación y hasta megaminería tóxica, entre otros. Esos agentes sociales se apoderan de extensos territorios y los vuelven inhabitables. México, por ejemplo, es el quinto país con mayor deforestación del mundo.

“Lo mismo sucede con el Derecho pregonado del constitucionalismo hegemónico y su visión acrítica de las garantías fundamentales –afirma tajante Gutiérrez Rivas-. Esta visión aporta estabilidad al modelo económico prevaleciente como principal responsable de la destrucción de la naturaleza, del calentamiento global y, por lo mismo, de los desplazados ambientales. Ante eso hay que construir y defender modelos alternativos a ese constitucionalismo, construidos a partir del saber y las vivencias de los desplazados, con una mirada desde abajo”.

Es necesario oponerse a la perspectiva liberal, individualista en el campo jurídico, acabar con las prerrogativas inalienables, con propuestas colectivas para proteger nuestros bienes comunes, defender los derechos de la naturaleza, es urgente ir más allá de los derechos humanos.

Por su parte, Rosalía Ibarra Sarlat, también del IIJ, considera impropio llamarles desplazados o migrantes pues ninguna de estas personas están jurídicamente reconocidas; “no se les pueden llamar refugiados porque no encajan en la descripción que encontramos en la Convención de Ginebra, tampoco son migrantes porque esa condición implicaría un retorno y los desplazados de una isla que va a desaparecer por el aumento del nivel del mar no podrán hacerlo”.

Ibarra Sarlat considera que hay dos tipos de desplazados: los ambientales y los climáticos. Son desplazados ambientales aquellos que en  razón de un accidente industrial, algún fenómeno geológico, como una erupción, la contaminación de un río, etcétera deben de buscar otros horizontes. Son desplazados climáticos aquellos que por causas particulares como elevación del nivel del mar, deshielo, sequía y otras directamente relacionadas con el calentamiento global y sus consecuencias deben moverse de su lugar de origen. Lo preocupante es que no existe ninguna regulación para ellos ni a nivel nacional ni internacional.

Para Ursula Oswald Spring, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, los procesos de desastre son transversales: “En ellos se debe tomar en cuenta el tema de género, tanto en el aspecto preventivo como en la creación de resiliencia, planeación y garantía de los derechos. La equidad de género, sustentabilidad y derechos humanos en las políticas públicas reducen las vulnerabilidades y mejoran la adaptación a los planes de contingencia”.

Oswald Spring advirtió sobre la necesidad de tener en cuenta que la pobreza aumenta los riesgos: “La población indígena, por ejemplo, sufre más por falta de prevención, mitigación, adaptación y resiliencia, y son las desplazadas de ese sector quienes llegan a padecer una quíntuple discriminación por ser mujeres, indígenas, pobres, jóvenes y migrantes. Ahí tenemos un problema muy serio”.

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