Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) presenta “Tania Candiani. Como el trazo, su sonido”, un viaje visual para acercarse a la sonoridad, sus límites y escrituras. Por Jorge Lara Tovar.

Pisar el Museo Universitario de Arte Contemporáneo es siempre un reto a la inteligencia y a la imaginación. Es también la posibilidad de comprobar que la creatividad no una simple ocurrencia sino que es fruto del trabajo, de la investigación y de la valentía. Prueba de ello es el trabajo de Tania Candiani que actualmente se exhibe en este recinto. ¿Se atrevería a considerar la compleja intersección que existe entre los lenguajes fonéticos, gráficos, lingüísticos, simbólicos y tecnológicos?
Una ventaja que no debe despreciar si decide afrontar el reto, la encontrará en el texto que lo recibe a la entrada del museo: “En los últimos diez años, Tania Candiani ha conformado una intensa red de codificaciones y asociaciones discursivas y materiales entre arte, literatura, historia, ciencia, arquitectura, naturaleza, música y sonido. Su trabajo se vale de una noción expandida de la idea de traducción como proceso y como herramienta transdisciplinar para decodificar información en narrativas y materialidades diversas.
Con esta prevención ya podemos llegar a la sala 4 del MUAC para sumergirnos en la instalación “Reverencia”. En imágenes encontramos dos tocados tradicionales mexicanos, y en sonido e imagen nos asalta la grabación de la coreografía Danza de los quetzales. La propuesta de Tania es reinterpretar el significado del movimiento en la danza a partir de los elementos del penacho, cada uno de ellos cargado de toda una simbología. “La danza se centra en dos movimientos: la reverencia y el saludo a los cuatro puntos cardinales”. Al inclinarse los danzantes, reconocen su igualdad y celebran su diferencia. Esta es una constante del trabajo de Tania: artesanía, labor, tradición, sonido, sinestesia, ritmo y traducción.
No está de más recordar que Tania recibió la Beca Guggenheim para las Artes en 2011, es becaria del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México desde 2012, en 2018 ganó la Beca de investigación para artistas del Smithsonian Institution, además representó a México en la 56ª Bienal de Venecia. Por todo ello, museos, instituciones y espacios independientes alrededor del han exhibido su trabajo y muchas de sus obras forman parte de importantes colecciones públicas y privadas.
Otra instalación que encontraremos en nuestro recorrido se titula Nombrar el agua, se trata de un conjunto de aros de bordado acompañados de un video monocanal. Cada bordado traza la palabra utilizada por diferentes etnias de México para nombrar el agua. “Esta pieza parte de la leyenda de una comunidad de la sierra huasteca, que una vez al año pasa la noche nombrando todas las cosas que existen para que al amanecer sigan existiendo”. La conclusión de la misma Tania es: Nombrar como acto de resistencia.

Dos instalaciones más forman parte de la muestra: Trompetas de madera (2014) y La molienda (2015-2022), La primera de ellas está compuesta por una serie de trompetas cuya forma diferente implica su variación acústica, en el interior de ellas los altavoces reproducen la caída del agua de un manantial. En la segunda instalación nos sorprende la presencia de tradicionales metates de piedra donde se muele la grana cochinilla para pigmentar y dar color al mundo que pervive y mantiene vigentes las culturas mesoamericanas. La tarjeta informativa acude en nuestra ayuda: “La presencia del pigmento en esta pieza evoca al intercambio comercial que se hacía con éste en la época colonial, a la explotación del territorio y a la fuerza política que representa el rescate de esta materia prima”.
“Tania Candiani. Como el trazo, su sonido” permanecerá abierta hasta el 27 de noviembre, atrévase a enfrentar este reto, no se arrepentirá.