Arte y física en la pintura de David Alfaro Siqueiros

En la década de los 30’s, David Alfaro Sequeiros descubrió una técnica a la que llamó “Pintura accidental”. Con ella, los fluidos de baja intensidad ayudaron al muralista a realizar sus obras de arte. Por Jorge Lara Tovar.

“Considerado uno de los tres grandes muralistas mexicanos del siglo XX, David Alfaro Siqueiros caracterizó su obra por la intensidad de contenidos políticos y por experimentar continuamente con diversos materiales, al grado de que muchos críticos aseguran que política arte y ciencia son compañeros imprescindibles en una verdadera obra de arte”, comenta Sandra Zetina, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre sus hallazgos sobre la técnica utilizada por el también llamado “Coronelazo”.

Siqueiros fue un hombre de profundas convicciones políticas, sustentadas en la ideología comunista y expresada en acciones y obras plásticas que denunciaban las condiciones de explotación  económica y laboral de los trabajadores. El pintor, nacido en la ciudad de México el 29 de diciembre de 1986, tomó sus primeras clases de pintura en la antigua Academia de San Carlos, la que abandonó por sus tradicionales formas de enseñanza y continuar en la Escuela al Aire Libre de Santa Anita, donde comenzó a experimentar nuevas técnicas y materiales.

En 1936, durante un taller experimental realizado en Nueva Cork, según sus propias palabras, “descubrí algo maravilloso, sólo semejante al misterio de la creación biológica, al secreto de las configuraciones geológicas, al misterio de la creación entera, mediante el uso de simples superposiciones de colores que por absorción, en un tremendo e inexplicable maridaje, encontré como producir los más extraños y gloriosos fenómenos plásticos”

“Como lo cuentan sus biógrafos, sus compañeros pintores, sus alumnos y quienes tuvieron la oportunidad de verlos trabajar, Alfaro Siqueiros usaba la brocha de mano, la brocha mecánica, las raspaduras, las veladuras y todos los recursos imaginables e inimaginables para realizar sus obras. Incluso se intuía la relación intima de arte y ciencia pero nadie había podido explicar porque lograba tales efectos. Hasta que un grupo interdisciplinario de los institutos en Materiales, de Ingeniería y de Investigaciones Estéticas, liderados por Roberto Zenith descubrió que es la dinámica de fluidos la que está detrás de ello”.

Siqueiros la llamó siempre “Pintura Accidental”, simplemente vertía diferentes pinturas de colores sobre un panel de madera, los diferentes colores se propagan de forma natural, se unen y se infiltran entre sí reproduciendo un fenómeno de la naturaleza conocido como “inestabilidad Rayleigh-Taylor, que se produce cuando un fluido de baja densidad “empuja” a otro de alta, tal como ocurre en las nubes, los domos salinos, las nebulosas o, incluso, al preparar  un hot cake cuando el fluido de la masa con leche, al entrar en contacto con el aire caliente de la sartén, de diferente densidad, generando “inestabilidades” en las orillas”, explicó el maestro en Ingeniería Francisco Godínez.

Una de las obras más representativas de esta técnica es “El fin del mundo”, considerada un monumento a las culturas precolombinas y, en palabras del artista “un grito de guerra contra los regímenes totalitarios contemporáneos” y se encuentra en el Museo de Arte de Nueva York. Otra de ellas es “El nacimiento del fascismo” que muestra a la prostituta universal haciendo el amor sobre una barcaza sobre un mar turbulento.

“Suicidio colectivo”  es otro de los ejemplos de esta técnica y  fue la que inspiró a Jacques Rigaut aquella memorable frase “ No hay motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir, la única manera con que se nos permite demostrar nuestro desdén por la vida, es aceptarla».